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Las bibliotecas también tienen algo que decir

Selección bibliográfica:

Las bibliotecas también tienen algo que decir

Publicado el 19/02/2014
Gonzalo Oyarzún, Subdirector de Bibliotecas Públicas y quien encabeza la coordinación nacional cerca de 450 bibliotecas, defiende la selección de libros realizada por los bibliotecarios del país durante la última Feria Internacional del Libro de Santiago. Entre las preferencias hubo temáticas como la farándula y auto ayuda.

Siempre es positivo que la reflexión sobre la cultura, en este caso sobre los libros, ocupe la atención de los medios de comunicación, incluso si esto ocurre bajo un prisma que reduce el ángulo de la mirada y reitera una vez más la alarma apocalíptica que se viene repitiendo desde que la alta cultura dejó el aposento de los iniciados y bajó, primero de la mano de la imprenta y, posteriormente, de los medios de comunicación masiva al pueblo llano, al ciudadano de a pie. La discusión fue abordada en profundidad por Umberto Eco en el clásico "Apocalípticos e integrados" y la conclusión, que yo al menos comparto, es que la cultura (llámese alta, media o baja) nunca ha llegado a tanta gente como hoy y nunca ha habido tanta aristocrática melancolía por el paraíso perdido de las veladas culturales iluminadas por candelabros.

En concordancia a lo declarado por UNESCO para bibliotecas públicas, éstas son espacios de tolerancia y diversidad, en los cuales todos deben tener posibilidades de acceso a los materiales disponibles, sin censura previa de ninguna índole. Las bibliotecas públicas no son templos sagrados al servicio de un culto sancionado por el campo cultural; son espacios de encuentro de la comunidad al que se tiene todo el derecho a ingresar, ya sea por la biografía de una célebre estrella o para disfrutar la colección completa de Condorito, pero donde se puede terminar también siguiendo un hilo que lleve a José Miguel Varas, Sándor Márai e Irène Némirovsky, sólo por nombrar pasajes por los que el laberinto sigue avanzando a través de alternativas en constante renovación y, por lo tanto, infinitas.

El campo intelectual, tan bien descrito por Pierre Bourdieu, tiene sus propias reglas de precedencia y no gusta precisamente de estas derivas. Para el campo intelectual de su época, como señala Bourdieu, el "Desayuno sobre la hierba" de Manet era básicamente un escándalo (tal vez alguien haya utilizado la palabra "sobrecogedor" o "banalidad"), algo que jamás debió ingresar al templo de las bellas artes. No digo que la mentada biografía del malogrado animador sea el "Desayuno sobre la hierba"; sólo señalo que las reglas conservadoras del campo intelectual no siempre son las más apropiadas para evaluar los procesos de formación del gusto, en este caso del gusto por la lectura. Lo mismo que ocurrió, cuando en 1824 el "Himno de la Alegría" en la Novena Sinfonía de Beethoven fue considerada por los críticos expertos como una obra escandalosa e incomprensible.

En la crítica que se ha hecho a la selección de libros realizada por los responsables de bibliotecas públicas se incurre desgraciadamente en lo que Jonathan Potter denomina una manipulación epistemológica, es decir, pone el lente del microscopio en una pulgada definida por su interés y a partir de ella comienza a describir un vasto territorio. Ante la palabra "farándula" (condensación por lo demás exagerada de todos los males de la sociedad contemporánea) parece que toda una propuesta de gestión participativa en el desarrollo de colecciones para bibliotecas públicas se derrumbara. Sin embargo, veamos de qué se trata exactamente esta pulgada y cuál es el territorio.

Antes que nada, es necesario precisar que del presupuesto global para compra de libros en bibliotecas públicas, esta selección representa el 30% del total. Luego, se ha comentado la inclusión de dos títulos sobre Felipe Camiroaga de entre 12 mil títulos seleccionados (0,01%), los cuales se traducen en 287 ejemplares de un total de 40 mil (0,71%).

¿Son éstos porcentajes representativos de una tendencia hacia las temáticas de farándula en la selección de material para las bibliotecas públicas? ¿Cuál es la evaluación que se hace sobre el restante 99,99% de los títulos seleccionados? ¿Es cuestionable que los encargados de bibliotecas públicas participen en la formación de sus colecciones porque dedicaron un 0,01% de su elección a una temática que capturó la atención de un enorme grupo de la población del país? En definitiva, ¿las bibliotecas públicas deberían estar fuera de la realidad?

En la construcción de de este modelo de selección de libros realizado por los responsables de las bibliotecas públicas del país, del mismo modo que se hace ya en Argentina, México y tantos otros países, invitamos también a los editores. Es así como con la Cámara Chilena del Libro, los Editores de Chile y a La Furia del Libro conversamos previamente señalándole nuestras aprensiones, los invitamos a reunirse con los mismos bibliotecarios durante una sesión del Seminario Internacional de Bibliotecas Públicas y fueron ellos quienes recibieron en la FILSA a estas mismas personas, los que fueron atendidos de manera personalizada.

Se podrá discutir que los procesos son perfectibles, o que las personas que participan en la selección de material bibliográfico requieren un mayor apoyo y capacitación. Por eso hemos desarrollado un Diplomado en Gestión de Bibliotecas Públicas; por eso anualmente efectuamos un Seminario Internacional en el que los editores nacionales han participado y al que concurren también destacados expertos de distintos países; por eso buscamos las herramientas tecnológicas para estar en diálogo constante con nuestros lectores, para que ellos también puedan participar en la elección de los libros que llegarán hasta sus bibliotecas (¿o eso también estaría mal?).

Estos lectores, como bien lo señala Alessandro Baricco en "Los Bárbaros", que buscan en los libros "sistemas de paso" que les permiten transitar entre los distintos ámbitos de su realidad, una realidad en la que querámoslo o no existe la televisión, las estrellas mediáticas, la tecnología y la mutación constante. Una colección bibliográfica que no dé cuenta de todos estos sentidos, aunque no sea más que con un 0,01% de sus títulos, es una visión sesgada de la realidad que no interpela al lector y no lo invita a ingresar en el laberinto de textos posibles.

Lamentamos el lenguaje despectivo con el que algunos en esta discusión se han referido a los encargados de bibliotecas públicas del país. Consideramos tremendamente ofensivo utilizar un lenguaje humillante para personas que dedican día a día todo su esfuerzo al fomento de la lectura en el país, más allá de las dificultades geográficas y la complejidad propia de los diferentes contextos sociales en el que se desenvuelven. Creemos que menospreciar la labor del bibliotecario es también menospreciar al público que diariamente deposita su cariño y confianza en estos espacios culturales por considerarlos cercanos y plurales, en los que cualquier persona pueden acceder a grandes clásicos de la literatura universal, como a best sellers, para aprender computación o simplemente a leer un diario.

Gonzalo Oyarzún

Subdirector Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas